Perderse entre libros (o Libros 3 – Kindle 1)

La magia de encontrar libros: por qué prefiero la biblioteca física al Kindle y disfruto el ritual del hallazgo literario tradicional

Desconecto el kindle de la pared, tras varios meses sin uso, se había descargado por completo.

¿Qué tengo allí por leer? De los doce o trece títulos que creía tener guardados aparecen… ¡34! ¿De dónde chingados salieron tantos libros? La mitad de esos títulos no los ubico; de esos en casi todos no he avanzado más de 15% según la barra. Abro alguno al azar y leo la última página leída, “Sí, algo me suena, ahhh ¡ya! Este era de una reunión secreta en el sótano de una casa que tenía tigres y todos los vecinos estaban coludidos para matar a una chava… ¡una reverenda mamada!“. Abro otro, «Premio Novela blahblah 2011». Según el kindle llevo el 12% de avance. Otra vez: directo la última página leída y tómala: 3 faltas de ortografía (no intencionales). Delete –y eso que el espacio no es en este particular caso una restricción.
Insisto ¿de dónde chingados salieron estos títulos?
Y de alguna forma de doy cuenta que allí está una de las razones por la que por gran herramienta que sea el Kindle, que lo es, sigo prefiriendo mi biblioteca en papel, y por romántico que se oiga, va más allá del soporte en papel y su olor y su peso y sus cantos para escribir (y encontrar) notas y sus tradiciones enmarcadas por ese paralelepípedo rectangular construido por papel, cartón y tinta, llamado libro.
La razón se remite a la liturgia de encontrar un libro en las repisas; primero en una librería (o biblioteca) y luego en el desmadre de las repisas de mi casa o casa de mis papás.

No importa si es en una biblioteca, en una librería o en mi casa, la escena generalmente se compone de los mismos elementos: busco un libro en particular, piece of cake, entrada, búsqueda, hallazgo, [pago] y finalmente, salida. Cinco minutos, máximo. ¡Simón! Dos horas y una tajada a la cartera mucho más grande de lo que consideraba después, logro salir de la librería, si es el caso; o si es en casa: media hora buscando entre mi estricto sistema de orden patológicamente mal llevado, sacando y guardando libros que por cualquier razón me llaman la atención, tras soplar el polvo en algunos casos y luego pasar los dedos por el troquel, casi invisible las más de las veces, los hojeo para encontrar notas o subrayados (siempre a lápiz) y tras tres o cuatro flashbacks con sus respectivas sonrisas para uno mismo, volver a guardarlos, olvidando obviamente lo que originalmente estaba buscando (o no).
Y allí justamente, tras la búsqueda, radica uno de los más grandes placeres que encuentro alrededor de la lectura: el hallazgo bien calculado de un libro. No estoy seguro haber ido alguna vez a comprar un libro y haber salido con sólo ese libro y ningún otro. Soy de aquellos que compran muchos más libros de los que tienen tiempo de leer. Tanto que tengo la estricta regla en una librería de no llevarme más de lo que pueda cargar con una sola mano. En algún temblor nocturno del 2013, la pila de libros en mi buró me cayó encima mientras dormía, “madreado por sus libros” (y aunque la seguridad [safety] en particular podría ser un punto para el Kindle) sentí cierto orgullo que inmediatamente después dio paso el auto-zape por tener tanto por leer y nomás no avanzar.
A diferencia de los libros electrónicos en los que la mayoría de las veces uno le da click a no-sé-dónde (libros gratis, regalo del día, one click checkout…) y uno termina con un .MOBI en la carpeta de descargas para que el Calibre automáticamente lo convierta y pase al Kindle, o mágicamente aparezca allí. Que no se me mal entienda: me gusta, la experiencia de lectura se me hace suficientemente buena. Su practicidad por tamaño es innegable, sobre todo en viajes. Después de todo, cuando se diseñó el libro, la usabilidad nunca fue una variable en la fórmula original, cuando en el Kindle sí.


Y es que muchos estarán de acuerdo: un libro, o colección de estos puede ser origen de pasiones muy bajas. Y como muestra: book porn, uno de los mejores tumblr’s que conozco.


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