El Pintor de Batallas

El Pintor de Batallas de Arturo Pérez-Reverte: una novela profunda que une arte, guerra y humanidad en un relato intenso y reflexivo sobre el siglo XXI.

Este último libro de Arturo Pérez-Reverte presenta un enfoque completamente diferente hacia todo de lo que acostumbraba el autor en su obra anterior. A diferencia de otras de sus novelas como «La Tabla de Flandes» o «El Club Dumas», esta historia es mucho más lineal, sin tanto sobresalto y adreanalina como acostumbra. Sin experimentos literarios de forma como se puede ver en «La Reina del Sur», pero con diálogos un poco más profundos, siendo un libro algo denso de leer. Personalmente creo que con este libro, el autor, presenta una nueva faceta de su trabajo, un poco más profunda, más madura (si cabe en semejante talla de autor esta afirmación) aunque creo que nunca cerrará la puerta a las novelas dinámicas, electrizantes, más aun que la zaga de «El Capitán Alatriste» no ha terminado.


En una torre junto al Mediterráneo, en busca de la foto que nunca pudo hacer, un antiguo fotógrafo pinta un gran fresco circular en la pared: el paisaje intemporal de una batalla. Lo acompañan en la tarea un rostro que regresa del pasado para cobrar una deuda mortal, y la sombra de una mujer desaparecida diez años atrás. En torno a esos tres personajes, Arturo Pérez-Reverte ha escrito la más intensa y turbadora historia de su larga carrera de novelista. Deslumbrante de principio a fin, El pintor de batallas arrastra al lector, subyugado, a través de la compleja geometría del caos del siglo XXI: el arte, la ciencia, la guerra, el amor, la lucidez y la soledad, se combinan en el vasto mural de un mundo que agoniza.

Los diálogos van de la mano de la gran pintura que está haciendo el protagonista, un fotógrafo de guerra retirado, en un lienzo circular en donde está representada La Batalla, la humanidad en su más primitiva calidad de humanidad.

Quedé con la impresión de haber leido una especie de gran diálogo Socrático, en donde el profesor va guiando al alumno a base de preguntas bien hechas para darse cuenta (aquí se acaba Sócrates) que el que necesita entender es el maestro.

La historia entera es una novelización del ya famoso Efecto Mariposa, donde el aleteo de la mariposa es el click de una cámara y lo demás, pues es la historia.

Como es costumbre en el autor la historia transcurre salpicada de un sinnúmero de elementos artísticos, culturales, científicos. En particular me llaman la atención las referencias que hace a la pintura mexicana del Dr. Atl en primer lugar, asi como de Diego Rivera, de Orozco, los murales de palacio Nacional, del Hospicio Cabañas. Se nota cierto (gran) cariño del autor a un México artístico, original y autóctono. Hace disertaciones acerca de los paralelismos, de perpendicularismos de la vida, de simetrías, todas comenzando en reglas artísticas y derivando en acciones humanas. Una forma bastante singular de ver las cosas.

Un detalle de la narración que me gustó fueron las descripciones, habla de fotografías, de cuadros, de escenas detenidas, pero el lector más allá de solo leerlas en casi todas las ocasiones es capaz de verlas, no es un Dsotoievski pero permite al lector adentrarse en estos elementos gráficos con mucha naturalidad.

Muy buen libro.

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